¿Te parece que hay obstáculos que te hacen difícil aceptar la llamada de Jesús? Si es así, el Señor quiere reconfortarte con palabras como éstas: “Todo lo que tú creas que te impide seguirme, sea lo que sea que te haga sentirte oprimido o molesto, tráelo contigo a mi presencia. Confía en mí; ¡yo lo puedo solucionar! Lo más importante es que sepas cuánto te amo y cuánto deseo pasar tiempo contigo cada día. Por eso, si crees que hay algo que te detiene, tráelo contigo.”
Yo: ¿Incluso mi trabajo, Señor? Siento que el trabajo me exige tanto y son demasiadas horas. Cuando llego a casa vengo tan cansado y estresado. Te agradezco tu invitación y quiero venir, pero me siento abrumado.”
Jesús: “Trae tu trabajo contigo y te ayudaré a hacerlo. Me encanta que seas un trabajador concienzudo y preocupado de proveer para tu familia, pero no tienes que dar esta batalla solo. Yo estoy aquí contigo. Sólo haz lo posible por mantenerte cerca de mí durante toda tu jornada.”
Yo: “Pero, Señor, también tengo esta situación financiera que me preocupa tanto. Me he endeudado mucho y he tratado de salir de las deudas, pero no puedo. Me siento avergonzado e incómodo por esto y supongo que tú debes estar muy disgustado conmigo.”
Jesús: “Tráeme también ese problema. Déjame que te ayude con tu situación financiera. Sin duda esto es una dificultad para ti, porque seguramente tomaste algunas decisiones incorrectas, pero yo te sigo amando y quiero ayudarte.”