12 jul 2011

SPM Un cura al que un niño robó la ofrenda en iglesia crea proyecto excepcional



Dos mil 800 niños son acogidos actualmente en Nicaragua, Haití, México, El Salvador, Perú, Guatemala, Honduras y República Dominicana
Escrito por: José Rafael Sosa (www.josersosa.blogspot.com)

SAN PEDRO DE MACORíS. Cuando se está de frente, así de golpe, sin esperarlo, sin preparación previa de que se verá un milagro, es cuando la imaginación palidece y cuando se renuncia con fuerza al criterio de que en esta sociedad el sentido de la bondad es inútil e improductivo.

La existencia en un rincón de esta sultana del Este de un proyecto de amor cristiano que ha dado un hogar y amor a más de 300 niños, y que ocupa unos 20 mil metros cuadrados, toda una ciudad con su parque, su acueducto, su escuela, sus viviendas, su edificio institucional, su cuerpo de voluntarios de nacionalidades tan diversas como canadienses, haitianos y holandeses, (y próximamente con su liceo secundario para dar cabida a quienes egresen del nivel intermedio) desmiente de pleno derecho a quienes dejaron de confiar en la buena fe del sentido cristiano aplicado en la práctica.

Cuando Fedex, que estaba buscando una institución educativa a la cual beneficiar con una de sus acciones de responsabilidad social (Fedex Entrega), consistente en la donación de cientos de libros que se colectan por medio de sus oficinas, le llegó la solicitud de Mis Pequeños Hermanos.

Ver para creer

La descripción que se hacía de MPH (cuya página web es (http://www.nph.org/), tenía tal nivel de calidad en sus objetivos y actividades, que la empresa Fedex decidió enviar una comisión de dos ejecutivas a ver si aquello era verdad.

Acudieron esas dos gerentes a aquel rincón ignoto, en unos predios en San Pedro de Macorís, y se quedaron con la boca abierta. El director, el holandés Kieran Rigney, y su cuerpo de voluntarios, maestras y tías (como se llama a las personas a cargo de las “familias” que se forman con estos niños en condiciones de abandono familiar, horfandad, o con tales deficiencias orgánicas o psicológicas, que nadie los aceptaría para educarlos, criarlos y, sobre todo, amarlos.

Kieran Rigney, un profesional que abrazó la causa de Mis Pequeños Hermanos, es activo y está pendiente de todo. “Estamos satisfechos de lo logrado. Seguimos creciendo en el afecto y en la formación académica y en valores que damos aquí”. Los niños ni sus familias tienen que pagar nada.

Muchos niños que están aquí no tienen que ser huérfanos. El Proyecto los acepta mantiendo el derecho de sus padres a regresarlos cuando lo consideren conveniente y tengan las condiciones para tenerlos.

La empresa Fedex entregó casi tres mil libros a la biblioteca de la Escuela de Mis Pequeños Hermanos (República Dominicana), en un acto sencillo y al que acudieron todos los infantes y jóvenes, sus maestras, su joven directora y las voluntarias que, procedentes de diversos países, prodigan amor y cuidado a estas criaturas.

Un robo afortunado

En 1954, un niño fue arrestado por robar la caja de limosnas de una parroquia en Cuernavaca, Morelos, México.

El párroco era un joven sacerdote, de los Estados Unidos, Padre William Guillermo Wasson, quien no adoptó la actitud que recomendaba el sentido de la buena justicia: querellarse contra el infantil delincuente por atreverse a sustraer la ofrenda de su iglesia. En lugar de hacer eso pidió la custodia del muchacho. Una semana después el juez le mandó ocho muchachos más desamparados. Al final del año, ya había 32 niños, y así se inició "Nuestros Pequeños Hermanos".

Hoy día el proyecto, a lo largo de 15 años, ha tenido bajo su cuidado a 15 mil niños y son 2.800 los que están en atención especial en Mis Pequeños Hermanos.