23 jun 2013


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 AYUDA PARA LAS FAMILIAS | MATRIMONIO

No dejen nunca de hablarse

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EL PROBLEMA


¿Cómo es posible que dos personas que han prometido amarse lleguen al punto de no dirigirse la palabra por horas o hasta días? “Por lo menos, así ya no peleamos”, tal vez piense. Sin embargo, el problema sigue ahí, y la situación es incómoda para ambos.

LAS CAUSAS

Deseo de desquitarse. Hay quienes recurren al silencio para desquitarse de su pareja. Imaginemos que un esposo hace planes para el fin de semana sin consultar con su esposa. Cuando ella se entera, se enfada y le dice que es un desconsiderado, pero él la acusa de ser demasiado sensible. Ella se marcha furiosa, decidida a dejar de hablarle. Es como si le estuviera diciendo: “Tú me hiciste daño y ahora me toca a mí”.
Deseo de manipular. Hay quienes adoptan esa táctica para conseguir lo que quieren. Imaginemos que un matrimonio está planeando un viaje y que ella comenta que le gustaría invitar a sus padres. El marido no quiere llevarlos y le dice: “Estoy casado contigo, no con tus padres”. Entonces deja de hablarle para hacerla cambiar de opinión.
Claro, a veces, cuando la situación se pone tensa, es conveniente dejar de discutir y esperar a que los ánimos se calmen. Ese tipo de silencio es positivo. La Biblia dice que hay un “tiempo de callar” (Eclesiastés 3:7). Pero cuando el silencio se usa para desquitarse o manipular, el problema se prolonga y el respeto que se tienen el uno al otro se debilita. ¿Cómo puede evitar que le suceda eso?

 LO QUE PUEDE HACER

Ante todo tiene que reconocer que la táctica de dejar de dirigirse la palabra es, a lo más, una solución temporal. Es cierto que puede satisfacer el deseo de desquitarse u obligar a su pareja a hacer lo que usted quiere. Pero ¿es así como desea tratar a la persona a la que prometió amar? Hay mejores maneras de resolver los conflictos.
Trate de captar lo que le quiere decir. La Biblia dice que el amor “no se siente provocado” (1 Corintios 13:4, 5). Cuando su pareja le diga en tono molesto “Nunca me escuchas” o “Siempre llegas tarde”, no reaccione de manera exagerada. Mejor trate de captar lo que le quiere decir en realidad. Pudiera ser que la frase “Nunca me escuchas” realmente signifique “Creo que no tomas en serio mis opiniones”. (Principio bíblico: Proverbios 14:29.)
Vea a su cónyuge como su compañero de equipo y no como un contrincante
Baje la voz. Las discusiones tienden a hacerse más acaloradas mientras más duran. Pero usted puede impedirlo. ¿Cómo? El libro Fighting for Your Marriage (Luche por salvar su matrimonio) explica: “Algo que ayuda a reducir la tensión es bajar la voz y tomar en cuenta la opinión de su pareja. Muchas veces basta con eso”. (Principio bíblico: Proverbios 26:20.)
Piense en los dos, no solo en usted. La Biblia dice: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona” (1 Corintios 10:24). Si ve a su pareja como un compañero de equipo y no como un contrincante, será menos probable que se sienta ofendido, que discuta y que deje de hablarle. (Principio bíblico: Eclesiastés 7:9.)
La táctica de no dirigirse la palabra va en contra de esta exhortación bíblica: “Que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa tal como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo” (Efesios 5:33). ¿Por qué no hace un trato con su cónyuge y deciden que nunca dejarán de hablarse?