Escrito por: TEUDDY A. SANCHEZ
“Profesor, dice el director que le dé seguimiento a la noticia del hombre que mataron”.
“Profesor, dice Bolívar que busque algo nuevo del caso de la profesora”.
“Profesor, mande las notas temprano”.
Así eran las llamadas que con mucha frecuencia hacía el periodista José Miguel Montero, para que estuviéramos siempre al tanto de los hechos de Barahona o de esta zona. Desde que Montero ingresó a El Nacional, a través de la vía telefónica hicimos buena amistad, y lo comparé con Domingo Del Pilar, el anterior jefe de Redacción, por la forma afable de tratar a los corresponsales.
Recuerdo que cuando Montero trabajaba en el horario de la tarde-noche en Radio Mil, lo llamaba a través de una línea 1-200 que existía allí, para preguntarle si en El Nacional me publicaron alguna nota ese día.
El amigo David Ramírez me remitió una nota escrita por Montero el 2 de marzo del pasado año, donde daba detalles de mi estado de salud, tras el infarto del 19 de febrero de ese año, acompañada de esta: “Como es la vida, Montero murió de una sencilla operación en la nariz y tú, con un grave problema del corazón y líquido en los pulmones, te salvaste.
Te anexo la nota, dice el escrito enviado por Ramírez.
Montero era un trabajador a tiempo completo en el periódico El Nacional. Era el segundo o tercero que llegaba a la redacción. Se levantaba a las 4:30 de la madrugada para cumplir con sus compromisos.
La muerte de Montero me ha afectado como si hubiese sido un familiar cercano o de esos amigos entrañables. Qué duro es ver partir a un gran amigo, que en los momentos difíciles estuvo a nuestro lado.
