11 may 2010

El Decálogo y el Sermón del Monte



Por Telésforo A. Isaac.


El Decálogo o los diez mandamientos se encuentran en Éxodo 20: 1-17 y en Deuteronomio 5:1-21; sin embargo, el conjunto de la legislación de Moisés tiene más de seiscientas regulaciones, que generalmente no se toman en cuenta, no se consideran o son ignoradas.


El Decálogo y el conjunto de leyes atribuidas a Moisés fueron dadas para regir al pueblo. Se presentaron de manera tajante en su divulgación y aplicación. Cada mandato comienza en forma imperativa con el vocablo: “NO”.


Se entiende que Moisés estaba compelido a presentar una ley incisiva dada la situación en que estaba el pueblo Hebreo durante el exilio. Era necesaria la fuerza de la ley para el aglutinamiento y cohesión de los recién liberados de la esclavitud.


El Sermón del Monte es un discurso didáctico, un conjunto de normativas, unas enseñanzas de Jesús a sus discípulos y a la multitud que le seguía. Estas se encuentran en San Mateo capítulos 5, 6 y 7 y algo en San Lucas 6: 20-23. Pero de estos principios ético-morales de Jesús hay más en otros versículos y capítulos en el Nuevo Testamento. Esta disertación en realidad es el discurso más largo de Jesús que registran los evangelios


El sermón del maestro Jesús es una exhortación a la dicha, la felicidad o las bienaventuranzas que sirve de plataforma ética-moral-teológica de los principios fundamentales del reino de Dios. Los señalamientos del galileo fueron dados para enseñar, aconsejar, y rebatir.


En el discurso de la montaña, hay exigencias y normativas de Jesús que son más bien pautas para la vida, en que se señalan una multiplicidad de modelos, atributos y requerimientos para convivir de manera digna.


Jesús se presenta como un nuevo Moisés, mas no promulga una legislación que enfatice el castigo, sino la condición para pertenecer al reino de Dios.


En el conjunto de normativas señaladas por el rabino Jesús en el Sermón del Monte, sobresale el legalismo de Moisés, pues los principios de la enseñanza del profeta hacen más amplio y profunda la comprensión y la posibilidad de respuesta del ser humano. Esto es así, porque el marco ético-moral-religioso profundiza la compasión, el estado emocional, las necesidades espirituales, la conciencia crítica ante la justicia, la conmiseración con los sufridos, la pureza del corazón, la paciencia, la perseverancia, la tolerancia, la humildad y los valores de la fe y la práctica religiosa.


Mientras, el Decálogo y las más de seiscientas ordenanzas del Éxodo y Deuteronomio son para enrumbar a los hebreos en un estricto y conveniente parámetro bien definido. Para Jesús, su propósito en el Sermón del Monte fue dar pista para canalizar las virtudes de una buena vida y las exigencias para la existencia fraternal en la sociedad.


La ley de Moisés dio por resultado una religiosidad rigorosa del pueblo judío, mientras que las normativas que Jesús presentó, comprometen a las personas a pensar y actuar como seres humanos de susceptibilidad, conscientes de la presencia de Dios, de fidelidad fraternal, de apego a la ética moral y de conducta de acuerdo al “mandamiento más importante”, según el mismo Jesús, quien dijo: “ Ama al señor tu Dios con todo tu corazón … ama a tu prójimo como a ti mismo; esos dos mandamientos son la base de toda la ley de Moisés y de las enseñanzas de los profetas”. (Mateo 22: 37).